miércoles, 28 de septiembre de 2011

EL FORNICIO, GONZALO ROJAS


Te besaré en la punta de las pestañas y en los pezones,

te turbulentamente besara,

mi vergonzosa, en esos muslos

de individua blanca, tacara esos pies

para otro vuelo más aire que ese aire

felino de tu fragancia, te dijera española

mía, francesa mía, inglesa, ragazza,

nórdica boreal, espuma

de la diáspora del Génesis... ¿Qué más

te dijera por dentro?

¿griega,

mi egipcia, romana

por el mármol?

¿fenicia,

cartaginesa, o loca, locamente andaluza

en el arco de morir

con todos los pétalos abiertos,

tensa

la cítara de Dios, en la danza

del fornicio?

Te oyera aullar,

te fuera mordiendo hasta las últimas

amapolas, mi posesa, te todavía

enloqueciera allí, en el frescor

ciego, te nadara

en la inmensidad

insaciable de la lascivia,

riera

frenético el frenesí con tus dientes, me

arrebatara el opio de tu piel hasta lo ebúrneo

de otra pureza, oyera cantar las esferas

estallantes como Pitágoras,

te lamiera,

te olfateara como el león

a su leona,

para el sol,

fálicamente mía,

¡te amara!

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